Thursday, March 27, 2014

Cosas de animales

El sapo necesitaba comer, pero no le alcanzaba la plata ni para una cantina de mala muerte. Estaba absorto en su angustia, cuando oyó el zumbido de una mosca callejera. Al voltear la cabeza, vio a la muy puta entrando por la rejilla del alcantarillado y, sin pensarlo dos veces, fue a por ella.

Se encontraba tan ocupado siguiendo el sonido de la mosca, que no notó a una rata enorme que se le acercaba sigilosa por la retaguardia. Por cosas del destino o por esquivar un pedazo de mierda que venía por el tubo flotando, el sapo torció el cuello para percatarse de la proximidad del roedor  y se adentró en la alcantarilla con salticos rápidos y cortos, mientras la rata lo perseguía a todo correr.

Aquella tubería era un verdadero laberinto. Ya el sapo estaba perdiendo todas sus fuerzas, cuando encontró un pozo y se zambulló. El instinto le decía que las ratas no sabían bucear. El pozo se comunicaba por debajo con otro pozo más ancho y bien iluminado. Salió del agua, se pegó a una de las paredes del pozo y, con respiración de yoga, logró controlar sus palpitaciones.

Ya se había calmado completamente, cuando un animal inmenso con la cara cortada y la boca peluda, metió su cabeza en el pozo y comenzó a soplar un gas que olía a aguacate podrido. El sapo saltó hacia la boca del animal para detener el soplido asqueroso, pero entonces oyó un chillido de espanto que le destrozó los pequeños tímpanos.

Sin esperar más, saltó de nuevo al agua y nadó hacia el otro lado. Prefería la rata...

2 comments:

  1. Fascinante!!! Tomaré tu relato como una fábula, veo una moraleja en todo esto.
    Abrazos Jorge.

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    1. Gracias, preciosa. Me han criticado un poco el lenguaje, como si yo fuera el que hablara así.

      Es un placer saber que te ha gustado...

      Un cariño, Jorge

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