Tuesday, April 1, 2014

La mentecata (microteatro)

Escenario: Recepción de un burdel.  Dos mujeres conversan sentadas una frente a otra; una (M) de mediana edad vestida con elegancia, la otra (H) joven y hermosa, con ropa deportiva.

H: Señora, he venido a verla porque estoy buscando trabajo. ¿Habría algún empleo para mí en esta casa?

M: (Al público: ¡Está guapa la chica!) Ahora no tengo vacantes, pero la podría entrevistar para tenerla en cuenta. ¿Tiene alguna experiencia en el área de servicio al cliente?

H: No mucha. El único cliente que he tenido es mi marido – un verdadero mentecato.

M: ¡Ah!, es Ud. casada. ¿Y su marido sabe que anda buscando trabajo por acá?

H: Sí, él fue precisamente quien me dio su dirección.

M: (Al público: Pues su marido parece más chulo que mentecato). ¿Y cómo piensa trabajar sin experiencia?

H: Yo aprendo rápido. Quizá Ud. pueda darme un cursillo.

M: ¿Ahora mismo?

H: Si se puede.

M: Bueno, vete a mi alcoba, desvístete y espérame acostada que voy a traer a una de las muchachas.

H: ¿Podría esperar un poco en ir a buscarla? Quisiera ducharme antes, he sudado bastante hoy con el calor.

M: (Al público: ¡Qué banquete me voy a dar!) Por supuesto, vaya. En mi baño hay toallas y todo lo que necesite. Yo espero.

Escenario: Se va la joven, la otra se queda con cara de pícara frotándose las manos. Después de una pequeña pausa, desde atrás del escenario se oye una voz agitada: - “Madama, una mujer saltó desde su ventana y se fue corriendo con una bolsa grande”. La mujer se lleva las manos a la cabeza y hala sus pelos con furia.

Thursday, March 27, 2014

Cosas de animales

El sapo necesitaba comer, pero no le alcanzaba la plata ni para una cantina de mala muerte. Estaba absorto en su angustia, cuando oyó el zumbido de una mosca callejera. Al voltear la cabeza, vio a la muy puta entrando por la rejilla del alcantarillado y, sin pensarlo dos veces, fue a por ella.

Se encontraba tan ocupado siguiendo el sonido de la mosca, que no notó a una rata enorme que se le acercaba sigilosa por la retaguardia. Por cosas del destino o por esquivar un pedazo de mierda que venía por el tubo flotando, el sapo torció el cuello para percatarse de la proximidad del roedor  y se adentró en la alcantarilla con salticos rápidos y cortos, mientras la rata lo perseguía a todo correr.

Aquella tubería era un verdadero laberinto. Ya el sapo estaba perdiendo todas sus fuerzas, cuando encontró un pozo y se zambulló. El instinto le decía que las ratas no sabían bucear. El pozo se comunicaba por debajo con otro pozo más ancho y bien iluminado. Salió del agua, se pegó a una de las paredes del pozo y, con respiración de yoga, logró controlar sus palpitaciones.

Ya se había calmado completamente, cuando un animal inmenso con la cara cortada y la boca peluda, metió su cabeza en el pozo y comenzó a soplar un gas que olía a aguacate podrido. El sapo saltó hacia la boca del animal para detener el soplido asqueroso, pero entonces oyó un chillido de espanto que le destrozó los pequeños tímpanos.

Sin esperar más, saltó de nuevo al agua y nadó hacia el otro lado. Prefería la rata...