Wednesday, August 15, 2012

Medicina Tradicional

No sé dónde habré leído que los pueblos tienen el gobierno que merecen. No creo que sea verdad. No estoy seguro. De política no hablo. En boca cerrada no entran moscas. No vayan a pensar que soy algún cobarde. Yo soy un tipo de pelo en pecho. También tengo pelos en la espalda y en el resto del cuerpo, excluyendo las plantas del pie, las palmas de la mano y la piel que cubre el casco de la sesera. Díganme ustedes por favor, ¿qué habremos hecho los andaluces para merecernos este abrigo natural durante nuestros veranos infernales? O, ¿qué culpa tienen los escandinavos y rusos de ser lampiños en sus climas glaciares? Que alguien me diga después que la Naturaleza es sabia.

Claro, la medicina sí se acomoda a las condiciones locales. Cuando en mi país te enfermas de pulmonía, atacan el padecimiento con inyecciones de antibiótico. El único peligro es que se te infecte la base de algún pelillo en el mapamundi y tengas estar un tiempo sin poderte sentar. En los países nórdicos tratan de no abusar de la química y para ese malestar te recetan ventosas, que son unos pomos de cuello ancho, los cuales se calientan con una antorchita de algodón para pegarlos a la espalda. Por un efecto físico no muy complicado, el pomito chupa la piel para atraer la sangre a la región afectada. Los chupones le dejan la espalda a la gente con unos chichones rojos como para no ir a la playa durante un año. Pero, ¿a quién puede interesarle la playa en aquellos parajes?

Los verdaderos problemas ocurren cuando se cruzan los cables. Hace no mucho tiempo un coterráneo mío se encontraba en Moscú haciendo no sé qué negocio y pescó una neumonía durante las ventoleras de febrero. La enfermera, muy hábil por cierto, no podía conseguir que los pomitos succionaran el pelambre. Ella, con razón, trató de acortar el camino del pomo caliente al cuerpo para conservar al máximo el vacío creado por el calor. Por desgracia, para lograrlo, tuvo que acercar también la antorchita a la espalda de mi amigo. Todo ocurrió en un santiamén: la fogata de pelos fue espantosa. Por suerte la enfermera tenía a manos un jarrón de agua fría...

Ahora el hombre está tratando de involucrarme en un comité de derechos humanos contra las ventosas y los parches de mostaza. Tendría que pensarlo, eso huele a política...


1 comment:

  1. Ochien Jarachó!

    ...De política hablo en dosis homeopáticas. Vale decir, sólo pequeñeces. Ya pagué un alto precio por causa de la política. Sin embargo, a diario hablo de Medicina Oriental, una de mis especialidades médicas que cuido y conservo a mucha honra. Es un placer muy grande leerte Jorge.

    Un gran abrazo
    Cefe.

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